hay días en los que tu propia ciudad te sorprende. será que siempre que vas es porque has quedado con alguien o tienes algo que hacer.
nunca me había dado por, simplemente, disfrutar de la ciudad, a solas.
cuando te das cuenta de que tienes unas horas para tí, ¿qué haces?
descubres una nueva cafetería, en la que te sientas con un café y un helado, sacas papel y boli, y te pones a escribir, a pensar en tus cosas, a, simplemente, ver pasar a la gente. te das un paseo, sin prisa, y acabas sentada en un banco del campo grande, al sol, con tu libro... y sabes que todo está bien cuando la mayor distracción es un pavo real que pasa, o las carcajadas de los niños pequeños corriendo detrás de una paloma.
...hasta que recibes esa llamada que te hace volver a la realidad.
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