16.5.12

- Timón... 
- ¿Sí?
- ¿Te has preguntado alguna vez qué son esos puntitos brillantes del cielo?
- Pumba, no me lo pregunto, lo sé.
- Ah... y...  ¿qué son? 
- Luciérnagas, luciérnagas que se quedaron pegadas en ese techo azul y negro de arriba.
- Ah... vaya... Siempre creí que eran bolas de gas quemándose a millones de kilómetros de aquí.

3.5.12

soy una persona callada. bastante callada. al menos hasta que coge confianza. sí, así me suelo definir. porque alguien me dijo una vez que se aprende más escuchando que hablando. asique yo escucho. y me cuesta coger confianza.

también tengo mis opiniones formadas al respecto de muchas cosas. bueno, no de demasiadas. al menos no de tantas como debería. nunca me he parado a replantearme muchas cosas que se dan por hechas. aunque también, hace ahora un año, me propuse ser más curiosa. lo escribí en mi examen particular que me dió acceso a estar donde estoy ahora. quizá debería releerlo. sí, no estaría mal, porque la crisis ha llegado. no la crisis del país, que también, sino la mia propia. estoy en un momento de crisis. crisis existencial. crisis de qué hago con mi vida. crisis de que me gusta la ciencia. crisis de que esto no es lo que tenía pensado vivir. crisis de que no encajo. crisis de que me falta algo. crisis de que me falta alguien.

 y esque también soy una persona muy independiente. no me gusta pedir favores. no a no ser que lo necesite mucho. y no son muchas las personas a las que realmente les haya pedido algo importante. aunque últimamente he contado todo esto a bastante gente. a más de la que debería. y no me gusta repetirme. pero lo he hecho. es un monotema. ¿lo peor? que no veo que nada cambie. me falta algo. me falta alguien. me falta lo que, al menos yo creo, suelo dar cuando me lo piden. yo no lo estoy viendo de vuelta ahora que lo necesito. y no sé qué hacer. por eso, por lo que he dicho antes. porque me cuesta coger confianza. porque no me gusta pedir favores.

2.5.12

Sin embargo, cada vez qe debo hablar de mí mismo me siento, en cierto modo, confuso. Me veo atrapado por la clásica paradoja que conlleva la proposición: "¿Quién soy?". Si se tratara de una simple cantidad de información, no habría nadie en este mundo que pudiera aportar más datos que yo. No obstante, al hablar sobre mí, ese yo de quien estoy hablando queda automáticamente limitado, condicionado y empobrecido en manos de otro que soy yo mismo en tanto que narrador -víctima de mi sistema de valores, de mi sensibilidad, de mi capacidad de observación y de otros muchos condicionamientos reales-. En consecuencia ¿hasta qué punto se ajusta a la verdad el "yo" que retrato? Es algo que me inquieta terriblemente. Es más, me ha preocupado siempre.